viernes, 7 de mayo de 2010

La palabra esencial

Cuentan que hace muchos años, en un pequeño país, habitaba una mujer sabia. A ella acudían, desde lejanas tierras, personas en busca de consejo y sabiduría. Todos encontraban ánimo con sus palabras y ella disfrutaba compartiendo. Su fama se había extendido tanto, que cada vez llegaban más y más personas de lugares más remotos, en busca de una palabra suya. Tantos, que cada vez resultaba más complicado poder atenderlos a todos.

Por ello, fue alargando las horas del día que dedicaba a recibir a los visitantes, a entregar una palabra útil o a escuchar de un modo respetuoso y amable los cientos de historias, cuestiones, dudas, que cada uno le traía.

Y alargar las horas no fue solución porque la gente seguía llegando cada vez en mayor número. Y así, su pasión, nacida de su deseo de ser útil, se iba convirtiendo en un esfuerzo agotador. Y sintió que necesitaba hacer algo.

Y buscando una solución, reflexionó si podría encontrar una palabra esencial. Esa palabra capaz de llegar al corazón de todos y cada uno de los que hasta allí se desplazaban, para concederles la luz, la sabiduría y el consejo que necesitaban, independientemente de aquello que estuviese en su corazón. Así, podría llegar a muchos con esa única palabra, y todo sería más sencillo.

¿Sería posible encontrar “la palabra esencial”?. Esa palabra que recogiera el alma de todas las palabras, el común denominador de todas las enseñanzas, el pilar del árbol de la sabiduría.

Y con esta intención convocó a todos los hombres y mujeres sabios conocidos. A todos los maestros de los distintos territorios. Y cuando allí llegaron, les hizo la insólita propuesta:

Necesito vuestra ayuda para encontrar “la palabra esencial”. Ésa que sea principio y fin, luz y camino, oportunidad y poder. Esa palabra que permita a quien la escuche, sea cual sea su necesidad, entender las respuestas que necesita.

Y así empezaron las discusiones. Y todos y cada uno de ellos fueron pidiendo su turno exponiendo cuál, a su entender, era la palabra esencial:

Rápidamente surgió la palabra AMOR. Dulce y profunda palabra. Pero casi con la misma inmediatez surgieron voces manifestando cuánta dependencia, cuánto dolor, cuánto sufrimiento se había derrochado invocando esa palabra. Y cuántas personas habían sentido que su vida no era tal si éste no respondía a sus pretensiones. Sin olvidar a aquéllos que habían olvidado, si es que alguna vez habían tenido ocasión de aprenderlo, que el verdadero amor empezaba en uno mismo. Para todos ellos la palabra AMOR no era la palabra. Y fue desechada como palabra esencial.

El siguiente en alzar la voz propuso la palabra PERDÓN. Amable y necesaria palabra. Y aunque rápidamente convinieron en su poder, no fueron pocos los que empezaron a cuestionar su idoneidad. Tanta gente había construido su existencia desde la falta de PERDÓN o desde la equívoca ignorancia de que éste era algo que se recibía de otros o se entregaba a otros olvidándose de uno mismo, que no parecía que fuera la palabra esencial. También se descartó.

Otro propuso la palabra PAZ. Pero él mismo, pacíficamente, cayó en la cuenta pronto de cuántas desdichas y enfrentamientos innecesarios se habían sustentado sobre el innegable valor de tan valioso propósito. Tanta lucha, en pos de la PAZ, había devaluado el íntimo sentido de ésta. Tampoco era la palabra buscada.

Y así, una tras otra, se fueron desechando palabras tales como CONFIANZA, AMISTAD, INTENCIÓN, LIBERTAD, PROPÓSITO, GRATITUD… Todas eran valiosas, grandes, pero ninguna parecía reunir los requisitos para convertirse en la palabra esencial válida para todos.

Mientras todo esto ocurría, uno de los sabios presentes guardaba silencio. Un silencio tan envolvente, amable, sincero, dulce y abierto, que llenaba de valor y solemnidad cada instante allí vivido. Y fue entonces que nuestra protagonista, que sabía leer en los mensajes más escondidos y entender las señales menos visibles, comprendió.

Y empezó a hablar. Nos hemos esforzado en encontrar la palabra. Hemos analizado desde la cabeza. Hemos valorado desde la razón. Todos y cada uno de nosotros hemos perseguido un resultado único. Una palabra esencial. Y sin embargo, señalando al que guardaba silencio desde el inicio, él nos está enseñando donde radica el misterio que buscamos. La fuente original de comprensión y poder. El valor preciso en instantes de desconcierto. La verdadera palabra esencial.

La palabra que estamos buscando no existe, porque esa palabra se ha cubierto de silencio para que sólo pueda ser escuchada desde el interior. Desde lo más íntimo, desde lo más callado. Desde el respeto sereno y silencioso uno escucha lo que precisa. Desde la paz tranquila del recorrido interno, el silencio brinda la verdadera respuesta.

Todos, en silencio, entendieron el verdadero valor del descubrimiento. Y todos, en silencio, escucharon lo que en ese momento necesitaban entender y escuchar. Y se produjo el milagro. Ese silencio tomo tantas formas y significados como los allí presentes. Y todos gozaron de esa falta de palabra.

Y desde ese día, cada visitante, cada viajero, cada persona que llegaba pidiendo, buscando o solicitando, recibía una invitación a escuchar esa palabra sin palabras. Ese silencio nutritivo, en el que saciar la sed del buscador. Esa conexión íntima con la esencia que las palabras no podían atrapar.

Y eran muchos los que, en un silencio cálido y compartido, escuchaban su propia palabra. Y su palabra se hacía vida.

Y este aprendizaje también se extendió por tierras lejanas, y la palabra hecha silencio, y el silencio poblado de palabras, se convirtieron en manantial de comprensión. Y el silencio acompañó los oídos abiertos de todos los que quisieron escuchar. Y ese silencio permitió a muchos escuchar sus propias palabras esenciales, su verdadero sentido y significado…

Y desde ese día, nada volvió a sonar igual.

Desde el silencio... Salud y paz.

Luis Bueno

www.efeteando.com

lunes, 9 de noviembre de 2009

Una rima en cada acto

Cada ser humano es un verso único buscando su rima existencial.

Desde el primer estallido de vida, cada acto, cada sueño, cada impulso y cada vivencia van conformando tu melodía, tu sonido, el discurso vital que te acompaña. Y mientras eso sucede, la vida fluye en un vaivén cadencioso, acercándote una y otra vez a las costas de tu continente existencial, ayudándote a acceder a la armónica sonoridad de tu auténtico mensaje vital.

Tu discurso comienza, quizá, más allá de tu consciencia, pero sólo tu determinación, libertad y compromiso, te conceden ese toque único y especial que determina tu auténtica rima.

Cada vez que las cuartillas de la vida se te brindan virginales, tú acabas eligiendo si tu encuentro artístico será un acto de amor o un surco de oscuridad. Y "tu arte de vivir" marca el ritmo, la rima, el contenido y la sabiduría del poeta que te habita, no pocas veces agazapado, en las cuevas de tus simas emocionales.

Amor no rima con dolor, ni sufrimiento con crecimiento; ni tristeza rima con belleza, ni creación con contención.

No estás vivo si sigues cautivo y no logras transmutar si no te dejas de atar.

Y es que la belleza de la rima no habita en su cierre, sino en su apertura. No en cómo terminas, sino en cómo te concedes empezar. Y si tu propósito es abierto, tu disposición saludable, tu atención firme y tu intención sincera, tu rima está conseguida.

Y entonces vivir empezará a rimar con sonreir y empeños con sueños y disposición con creación y libertad con oportunidad y acción con misión y soltar con volar y merecer con crecer y amar con gozar y entonces... sólo entonces, cada acto de tu vida resonará armónico con tu esencia vital, y entonces... sólo entonces tu vida será auténtico arte.

Y entonces este Universo, que para nada es un verso único, rimará jubiloso con tu vida.

Y por hoy es suficiente... valiente ;-))

Salud y paz.

Luis
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martes, 27 de octubre de 2009

La luz es más reconfortante porque existe la oscuridad

Querid@ amig@.

Escuchaba el otro día a un amigo decir que "la vida es a veces un infierno". Y recibí esas palabras como dardos incendiados que dañaban, que se clavaban sin piedad desarmando mis defensas. Y no respondí. Sólo escuché y me concedí sentir.

Y me concedí escucharme: si la vida es a veces un infierno, quizá es porque otras veces no lo es. Incluso es posible, que alguna de esas ocasiones en que no lo es, la vida sea una delicia.

Y eso me gustó. No sólo la percepción de que también estaba el deleite, sino contemplar, que en ese proceso, aceptaba sin lucha mi parte oscura. Negar que existe esa oscuridad, nos conduce, en no pocas ocasiones, a una contracción, a una contención, a la negación de una parte de nosotros; nuestra propia negación.

En el juego de la vida dispones de dos tipos de verdades, las verdades superficiales y las verdades profundas. En las primeras, en las superficiales, "lo opuesto a tu verdad es falso". En las verdades profundas, las auténticas verdades, "lo opuesto a tu verdad, es, ni más ni menos, otra verdad que, tal vez, no te habías permitido contemplar".

Y desde este abrazo de profundidad a la "¿auténtica verdad?", la vida puede ser un infierno y una delicia. Y puedo aceptar que así sea. Y puedo abrazar y escuchar ambas percepciones. Y puedo crecer desde ambas. Y puedo ser desde ambas.

Toda luz precisa un espacio de oscuridad para transmitir su esencia. Por eso una vela candente inunda y envuelve la noche mientras se desdibuja y pierde en el día.

Gracias al infierno, también puedes descubrir la delicia. Gracias a la delicia, puedes llevar con más dulzura el tránsito del infierno. Y los dos son verdad; tanto, como ilusión e irrealidad habita en ambos.

Y en cualquiera de ellos, la llama de la vida danza en enigmáticas sombras ilusorias.

Y entre tanto... sigues descubriéndote.

Salud y paz.

Luis
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sábado, 19 de septiembre de 2009

El silencio no es olvido

El silencio no es olvido y la distancia no es lejanía.

Después de unos meses silencioso, callado, pequeño... aquí me tienes de nuevo amig@. Hay momentos en los que tienes la sensación de que todo lo que puedes decir, ya está dicho; de que todo lo que puedes escribir, ya está escrito o de que todo lo que puedes dar de ti, ya lo has dado. En esos momentos, me parece más respetuoso y honesto callar. Para conmigo y para contigo.

La belleza y sabiduría del silencio, en muchas ocasiones, son capaces de nutrir los espacios en blanco de nuestra vida.

Ahora que llega el otoño, pareciera como si los propios árboles quisieran guardar silencio. Dejar espacio, soltar su vestimenta, para permitirnos ocupar esos huecos con sueños, con proyectos, con ilusiones que, a falta de la luz y el calor, que el verano quiso llevarse consigo, nos den refugio y compañía en estos meses.

También los árboles parecen callar un tiempo, y sin embargo, cuando llega su primavera, son capaces de llenarnos de sabiduría en su derroche de color.

Y ahora que la naturaleza calla, me apetece volver a hablarte.

Hoy me di permiso para salir del silencio y te doy las gracias por seguir ahí. También silencios@, porque no supe de ti.

Hoy hemos empezado a vaciar nuestros bolsillos de todos los silencios atesorados y nos disponemos a vestirnos de mensajes. Arropados por estas palabras, el otoño será más cálido.

Gracias, salud y paz... desde el silencio quebrado.

lunes, 2 de marzo de 2009

¿Y tú... qué decides?

Hoy el día amaneció más suave, perezoso, tenue. Las nubes somnolientas bostezaban su adormecida lentitud. Y tú seguías allí, desde una esquina, observando cómo la vida jugueteaba con ese brillo en su mirada. Hoy tú parecías más feliz porque yo parecía más feliz. Hoy yo me sentía feliz porque te veía feliz.

Pero he sentido que algo no resonaba dentro de mis centros... y me concedo permiso para hablarte de lo que sentía.

He tenido la impresión de que si tú eres feliz porque tú decides ser feliz y yo soy feliz porque yo decido ser feliz, entonces, tú eres tú y yo soy yo, y los dos podemos danzar con la felicidad; pero sin embargo, si tú eres feliz, sólo si yo soy feliz y yo soy feliz, sólo si tú eres feliz, entonces, tú ya no eres tú y yo ya no soy yo. Y lo más importante, dudo de si alguno de los dos recibirá una invitación por parte de la felicidad para concederle el siguiente baile.

En estos pensamientos me andaba cuando de repente, se ha escapado, a modo de guiño, un rayo de luz por entre las nubes.

Y en ese momento he decidido ser feliz.

¿Y tú... qué decides?.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

lunes, 26 de enero de 2009

Pensándote, pensándome...

En este instante, no sé en qué estabas pensando, pero tú y yo sabemos que aquello en lo que pensabas, de algún modo misterioso, era lo que empezaba a resonar en ti.

Y es que, piensa la embarazada en su futuro bebé y los bebés, embarazos, artículos sobre bebés... la sonríen desde cada imagen, sonido y sensación. Espera paciente aquél que acaba de comprar su vehículo nuevo y cada anuncio, semáforo, esquina de la ciudad... le brindan uno similar al suyo... "y del mismo color"... y así hasta el infinito.

¿Dónde está la magia?. ¿Qué sincronicidad habita en este misterio?.

Tú, como yo, vivimos en un mar de energía, a la vez que nosotros mismos somos energía, pero hay un elemento relevante que a veces pareces olvidar: "tu energía goza de la capacidad de enfocar atención e intención". Tus pensamientos se alimentan de atención e intención. Lo semejante atrae a lo semejante han pregonado durante siglos maestros, pensadores, sabios. Y así es.

Tus pensamientos no crean tu realidad, no, qué va... en absoluto; "tus pensamientos son tu realidad".

¿Y por qué te digo esto hoy?. No lo sé bien. Quizá tanta invasión de "crisis", "recesión", "pérdida", "miedo", "desplome", ... vociferada desde cada esquina por bienintencionadas pero ignorantes voces o, directamente, por no tan bienintencionadas y conscientes voces, esparcen su semilla y aroma, impregnándote de esa presencia melancólica y fría que despierta tus miedos más profundos, tu inseguridad más escondida, tu aspecto más vulnerable. Y es tu respuesta, la que apuntala su dictamen, es tu miedo el que da alas a su sentencia, es tu pensamiento el que alimenta, nutre y crea "esa pretendida realidad", convirtiéndote, desde tu inconsciencia, en el ejecutor fiel de sus profecías autocumplidas.

¿Sabes caminar?. Sí, ya te veo, sonriente y extrañado, respondiendo que sí. Pero aprendiendo a caminar alguna vez te caíste. ¿Sabes hablar?. Sí, ya, ya lo sé. Sabes y puedes hablar. Y muchas veces tus palabras no acertaron a la primera y tuviste que recomponerlas, recrearlas, darles nueva vida. ¿Has podido llegar hasta aquí?. Sí, sé y sabes que sí, aunque a veces el camino resultó complejo y escarpado...

¿Sabes...?. Sabes tantas cosas que alguna vez no resultaron fáciles, que en alguna ocasión te supusieron empeño y atención, que, incluso, pensaste que no llegarías a saber. Pero las sabes porque al caerte no te quedaste en el suelo, porque al no acertar con tu palabra buscaste otro modo de vestir tu mensaje, porque cuando el camino no fue propicio, te diste permiso para elegir otro...; porque, tu atención e intención conscientes, vivían para caminar y comunicar y avanzar. Y eso lograste.

Y ahora, elige. ¿Quieres "sobrevivir" a la crisis que te anuncian agazapada en cada esquina o tu objetivo es seguir, crecer, caminar y "vivir"?. Tu respuesta es determinante... y algo dentro de ti lo sabe, y tú sabías que lo sabías, aunque las nubes impuestas a veces te impidieran percibirlo.

Recuerda amigo, recuerda amiga, que, por oscura que sea una nube, siempre hay una parte de ella, que aunque tú no la veas, está recibiendo la luz del sol.

Date permiso para recibir algún rayo de luz. Date permiso para decidir no condenarte al suelo. Date permiso para ser lo que tus pensamientos quieran crear. Porque dicen que creer es crear, pero yo también te digo que crear es creer que uno puede levantarse, sacudirse el polvo... y seguir caminando.

Con mis mejores pensamientos, que al final son yo mismo, salud y paz.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

miércoles, 21 de enero de 2009

Vida a tu cuerpo. Cuerpo a tu vida.

¿Cuántas veces has escuchado decir que eres cuerpo, mente y emoción?.

Yo también, muchas. Aunque en realidad, no acabo de tener clara esa catalogación, que puedo aceptar, únicamente, "si considero simultáneamente la existencia de canales que comunican esos tres elementos de manera callada, continua y fructífera".

Y si hay esa comunicación permanente, tal vez ya no exista tal separación. Y si no existe tal separación, quizá estemos hablando de lo mismo o de algo muy cercano.

Nuestro empeño ancestral por disgregar, separar o diferenciar, convive, no sin fricción, con esa otra pulsión mucho más valiosa y valiente, que nos invita a unir, integrar o sumar. De este modo, siento que cuerpo, mente y emoción no son más que distintos acercamientos de un todo "único" que habita en nosotros.

No son elementos contrapuestos, sino aspectos diversos de una misma esencia, percepciones fragmentadas de la misma unidad.

Si observas el cuerpo, considerándolo como un reflejo de mente y emoción, goza de la ventaja de ser más accesible, más cercano, el que mayor facilidad te brinda de encuentro con esa totalidad que como ser humano eres. Y si la interpretación propuesta la aceptas como hipótesis de partida, te será fácil intuir que cualquier cambio que hagas en la relación con tu cuerpo, indefectiblemente tendrá una traducción en tus procesos mentales y emocionales.

Y te has detenido en alguna ocasión a preguntarte, ¿cómo cuidas a tu cuerpo?, ¿cómo te relacionas con él?, ¿qué le dices o cómo escuchas lo que él te transmite?. ¿qué significa tu cuerpo para ti?.

En muchos casos, sabes que has limitado esa relación a un aseo suficiente, una nutrición necesaria y un descanso justificado. Pero más allá de estos mínimos, tanto tú como yo sabemos lo común que es ese enfrentamiento soterrado y constante con el cuerpo que habitas: "qué asco de pelo", "no soporto esta tripa", "odio mis orejas", "tengo el hígado hecho una mierda", "si pudiera me cambiaría..."; y entre tanto, el cuerpo escucha, desconcertado y paciente, los dardos envenenados que le arrojas, sin posibilidad de esquivarlos.

Y el cuerpo te sigue hablando y acompañando, aunque no halle en ti una respuesta amable. Es comprensivo y sabio. Sabe esperar.

¿Has sido consciente alguna vez de que sin tu cuerpo, la vida tal y como la concibes, simplemente no sería?. ¿Te has dado cuenta que tu cuerpo te ha acompañado desde el instante en que aquí llegaste y posiblemente será el último que te abandone?. ¿Cuántas veces le has dado las gracias por ello?. ¿Cuántos autoabrazos, mimos, caricias, besos... has concedido a tu cuerpo, que sería tanto como preguntar cuántos te has concedido a ti mismo?.

Hay estudios que afirman que un bebé que recibe gran cantidad de abrazos, crece más sano y feliz.

Y es que, tal vez hay otro camino. Tal vez escuchando al cuerpo en mayor medida desde que empieza a susurrarte evitarías que tuviera que gritar. Y tú sabes lo que significa un grito del cuerpo. Tal vez generando una amistad y empatía más completa con tu cuerpo, éste dejaría de sentirse atacado y abandonaría ciertas luchas traducidas en químicas dañinas o procesos desestructurantes o falta de salud. Tal vez, si tu cuerpo se convirtiera en pilar sólido y valorado de tu existencia, sería un lugar adecuado sobre el que edificar un hogar para tu mente o un paraíso para tu emoción. Tal vez.

Y quizá me escuchas desde tu cuerpo y aceptas desde tu mente y sientes desde tu emoción. Y quizá escuchas dentro de ti, que tu cuerpo, sonriendo tímidamente, te dice: "¿lo ves?, ¡podemos ser amigos!". Y quizá decides celebrarlo concediéndote un abrazo y un gracias. Y quizá entonces...

Si ya sé, me dirás que no hablé de la energía. Que al final la energía lo envuelve todo. Lo sé. Y otro día te hablaré de ella. Pero hasta ese momento, ¿habita en tu cuerpo la misma energía cuando lo aceptas y reconoces que cuando lo rechazas y le conviertes en tu enemigo?.

No me contestes. Escúchate, escucha la respuesta de tu cuerpo, y si crees que se lo merece, vuelve a abrazarle. Si crees que te lo mereces, vuelve a abrazarte.

Con una sonrisa y un abrazo cuerpo a cuerpo... salud y paz.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

jueves, 15 de enero de 2009

El héroe frente a tu espejo

Más de una vez me he descubierto recordando la historia de "Erbop Zilefni, héroe mítico, educado en el "elevado" arte de la guerra, y al que sus innumerables hazañas le habían hecho descubrir el deleite poderoso de la lucha. El inmenso valor de la batalla. El dulce sabor de la victoria "merecida", capaz de elevarte al más preciado de los pedestales.

Desconocía otra vía. Ignoraba cualquier otra posibilidad.

Un día, aburridos como estaban los dioses, de tanta batalla sin sentido, tanta inútil devastación, tanto enfrentamiento de dudoso resultado... se permitieron tomar la decisión de no prestarse más a ese "juego". Y es así, que desde ese instante, en cónclave mayor, decidieron expulsar al destierro a la lucha y declararla "non grata", abolida en aquellos territorios.

Pero Erbop, que no sabía de otros artes, que no había conocido de otras tareas, no quiso dejarse arrastrar por esa cobarde decisión que le apartaría de la aguerrida empresa en que había convertido su vida. Y de ese modo, y tras infructuosa búsqueda del contendiente adecuado con el que batirse en tan excelsas lides, acordó que por sí mismo era suficiente.

Conocía la estrategia, sabía de logística, era un maestro en el asedio. Podía hacerlo. Se retaba a sí mismo como "enemigo a batir". La batalla seguía viva. Más viva que nunca.

Se declaró a sí mismo su más preciado enemigo.

Y desde su trinchera, apostado con sabio acecho, observaba su otra trinchera, unos metros más allá, donde él mismo recibiría y sabría dar cumplida respuesta a los ataques "autopropinados".

Y cuando la ocasión resultaba propicia, tensaba su atinado arco y soltaba aquellas flechas destinadas a destruir la resistencia "autoenemiga" que desde el frente le encaraba. Y en ese instante, impelido por la fuerza del ardor guerrero que le habitaba, salía, raudo, hacia las posiciones contrarias, dispuesto a recibir el ataque, con la voluntad de otorgarle valiente y proporcionada respuesta.

Y en ese juego maquiavélico, resultó que, cada vez que llegaba a tiempo, sus propias flechas le acertaban de pleno provocándole la muerte instantánea en su heroica gesta... y cuando, por algún error de cálculo, no era capaz de alcanzar su otra trinchera a tiempo, se maldecía una y otra vez por su incapacidad para haber estado a la altura de lo que podía esperarse de él, por no haber sido capaz de alcanzarse como propio objetivo. Y en esas ocasiones, encendido de frustración, volvía a pergeñar el insólito ataque con ansias renovadas y más "autoodiado" que antes.

Y vez tras vez, o moría, o se castigaba furioso por no haber llegado a tiempo, por no haber estado a la altura de lo que de él mismo podía esperar.

Y este juego espiral de tiempos y espacios se repetía una y otra vez, como en una sala de espejos enfrentados, dibujando imágenes infinitas. Hasta que un día, compasivos, los dioses decidieron mostrarle la verdadera esencia de su juego:

Su elección ya le había hecho morir mucho tiempo atrás. Él había dejado de existir en el mismo instante en que había tomado la decisión de luchar contra sí mismo. Y ahora, transmutado en "guerrero espectral", se afanaba infructuoso en un juego inútil de imposible e interminable final.
Y, de hecho, esta aparente realidad, no era más que una broma irónica de la memoria que su ardor había dejado impregnada en aquel lugar. Ese aroma, ya vacío de esencia, que seguía esparciendo su "triste estela" por los campos de batalla.

Y se cuenta que, muchos años después, hubo quien llegó a comprender el sentido absurdo de tan irónico juego. Pero también hubo quienes, preñados de la seguridad de haber descubierto donde falló la estrategia de nuestro malogrado héroe, siguieron perdidos en la "valiente tarea" de practicar ese juego de espejos enfrentados al que Erbop Zilefni se vio condenado para toda su eternidad."

Y hoy, que la recuerdo para ti, no quiero pasar de largo mi cariñoso homenaje al Pobre Infeliz protagonista de esta historia. Y si alguna vez, un juego de espejos enfrentados te invita a contemplarte en estancias parecidas, hasta más allá de donde tu imaginación alcanza... no tengas prisa, decide si te apetece lanzar una flecha, o acaso, si te concedes la oportunidad, recorrer el trecho que te separa hasta tu trinchera opuesta y allí, en un autoabrazo fraternal, firmar la paz contigo mismo. O por lo menos... una merecida tregua.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

domingo, 11 de enero de 2009

Jugar... con mayúsculas

Siempre me ha gustado Jugar. Y es cierto que, conforme dejamos atrás estaciones vitales, este verbo empieza a estar devaluado, cuando no denostado, por aquéllos que, desde su adulta atalaya, dictaminan que ya no tienes edad para ciertas extravagancias.

"El Juego tiene su tiempo, espacio y finalidad, limitados y claramente definidos". Te permiten Jugar de niñ@ como una inevitable travesía, un mal pasajero, que el tiempo, inaplacable, se encargará de sanar. Pero rápidamente, en cuanto tu geografía corporal apunta indicios que señalan que, el niño, la niña que te habitaron biológicamente han quedado atrás, allí están, para recordarte que "la vida no es un Juego".

No lo creo y no lo acepto. La vida es un Juego en el que tenemos todo el derecho vital a divertirnos jugando.

Me has escuchado a veces decir que "Jugar viene de jugo". Y sé que no es cierto. Pero me gusta permitirme este Juego. Y es que, Jugar con la vida, es extraerle a la vida todo ese jugo que pone a nuestra disposición para refrescarnos, deleitarnos y nutrirnos. De pequeñ@ aprendiste porque Jugaste, y cuando el Juego empezó a no estar bien visto, el aprendizaje se hizo más arduo e ingrato y casi siempre carente de diversión.

¿Cómo resultaría una vida en la que cada "asunto de vital importancia" se pudiese Jugar de un modo amable, buscando nada más (y nada menos) que el aprendizaje y la diversión de la Jugada, sin necesidad de ser el ganador de la partida?.

Porque, tú y yo ya lo sabemos, ganar no es vencer... ganar es Jugar.

¿Has pensado alguna vez cómo sería levantarte cada mañana con el firme propósito de Jugar con la vida y hacer del Juego una diversión para ti y para tus compañeros de ronda?. ¿Te atreverías ahora mismo a empezar a Jugar con lo que piensas, con lo que sientes, con lo que crees, con lo que vives, para descubrir el mensaje oculto y divertido y útil y vivificante que se encuentra en cada pensamiento, sentimiento creencia o acto vital?.

¿Te mereces Jugar?. ¿Te das permiso para Jugar?. ¿Te apetece llegar a querer elegir Jugar?.

No me respondas. Concédete Jugar con la respuesta y estarás extrayendo todo el jugo a este instante, y, además, estarás descubriendo que tú mism@, puedes calmar tu sed sin necesidad de buscar manantiales recónditos, ocultos... acaso inexistentes fuera de ti.

Yo estoy preparado para la partida... ¿Juegas conmigo?.

Salud, paz y mucho, mucho jugo..., mucho Juego.


Pd.: ¿Que cuáles son las reglas del Juego?. Juega a inventártelas... el Juego es tuyo.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

martes, 6 de enero de 2009

Si vences la necesidad de vencer...

En el tiempo te he visto luchando contra personas, pensamientos o habitos que no te resultaban gratos, provocando que esas personas incómodas, esos pensamientos indeseados, esos hábitos ingobernables, acrecentasen y tomasen mayor poder.

Y es que, cada vez que luchas aplicando tu fuerza contra algo o alguien, estás permitiendo que se alimenten de tus propios fantasmas, de tu propia energía, de tus propios miedos, para erguirse ante ti cada vez más poderosos.

En esas situaciones, no portas la vida, soportas la vida.

Y soportas la lucha, la tensión, el enfrentamiento, como males necesarios, como presencias inevitables que convierten cada acción y cada vivencia en un esfuerzo agotador que te enajena. La lucha nunca es el camino o más exactamente, la lucha siempre es el indicador de por donde no transcurre el camino adecuado.

¿Cuántas veces has luchado contra algo tan inocente como un ruido constante en el silencio de la noche para al final acabar consiguiendo que ese ruido impregnase todo con su "presencia ineludible"?. Y es que, cada vez que luchas, el objeto de tu enfrentamiento se alimenta de tu ira, de tu tensión, de tu fuerza vital para crecer más y más.

Y esto, aplícalo a la enfermedad, a las personas que no te resultan gratas, a los hábitos que te incomodan, a tu realidad cotidiana sea cual sea la forma que le otorgues. Lucha, enfréntate, oponte con toda tu intensidad y sólo lograrás reducir tu capacidad de manejo de la situación.

Sin embargo, si aceptas, la realidad fluye, se desvanece, circula.

Y recuerda que aceptar no es sinónimo de resignación. No te pido que renuncies a que algo te pueda resultar distinto, es más, te animo a que busques la excelencia en lo que te rodea; pero no a través de la lucha. Cuando aceptas, estás escuchando y escuchándote, estás percibiendo, desde esa serena aceptación, que algo o alguien no te agrada.

Y como sabes que el mundo no se mueve si tú no te mueves; esa aceptación lúcida, ese reconocimiento vital, te aleja de la lucha, y genera en ti el movimiento. Y no sé por dónde va a pasar ese movimiento, no sé si vas a apadrinar o te vas a alejar, no sé si vas a integrar o vas a relativizar, no sé si vas a observar en estado consciente y neutro o vas a decidir dejar de focalizar tu atención, pero sin duda, si tú te mueves, el mundo comienza a reubicarse, a reacomodarse, a moverse.

Pero no pretendas mover el mundo desde la lucha; mueve tu percepción del mundo desde tu propia aceptación serena y sin juicio.

La batalla más heroica es la que no se libra porque, aunque no te lo hayan dicho antes, cualquier victoria que necesita de una batalla previa, siempre lleva implícita una componente de derrota.

Si vences la necesidad de vencer, habrás vencido... y lo que es más importante, quizá comiences a "convencer", y ya sabes que si "convences" o "vences con otros", la celebración siempre será más grata y concurrida.

Salud y "paz"... y recuerda, no aprietes con tus manos el agua, porque sólo conseguirás que escape entre tus dedos, concédete el permiso para aceptar la suavidad del cuenco en el que tus dedos y tus palmas se permiten aceptar, recoger y acariciar el agua... y calma tu sed.

luis bueno. http://www.efeteando.com/

martes, 30 de diciembre de 2008

El "té" es la bebida de la auténtica vida

Ahora que es invierno, momento de recogimientos, de búsqueda de calor, de reencuentro con el “hogar interior”, pensar en una agradable taza de té puede resultar un estímulo para las sensaciones y un instante adecuado para la calma.

Pero, querid@ amig@, me gustaría hablarte de otra bebida más vivificante.

Desde que tienes recuerdos, allá en la película de tu vida, has oído y escuchado a bienintencionadas voces hablarte más de una vez sobre la importancia de amar, de reconocer, de valorar, de apreciar, de conseguir, de alcanzar… en definitiva, de vivir, concediendo a este término el valor supremo de reunir todos los ingredientes que posibilitan que este proceso en el que te encuentras, desde el primer abrazo de tu madre hasta el último adiós, esté lleno de esencia y contenido.

Sin embargo, esas bien intencionadas voces, olvidaron recalcar, de manera delicada y especial, el valor del “te”, el auténtico sabor del "te".

Y así, con la mochila cargada de “valiosas intenciones”, buscaste aprender a amar, olvidando amarte; quisiste reconocer, ignorando reconocerte; pretendiste conceder valor, descuidando valorarte; te empeñaste en apreciar, desatendiendo apreciarte; te esforzaste en conseguir, no eligiendo conseguirte; trabajaste por alcanzar, postergando el alcanzarte…, en definitiva, te concentraste en vivir, descentrad@ de vivirte.

Y la vida se hizo ajena, extraña, agotadora, exhausta, vacía, sin sentido…

Y al no concederte beber de ese "te", nos dejaste a tod@s un poco sedient@s.

Y es que, querid@ amig@, si no decides, aun cuando sea por una vez en la vida, elegirte a ti como fiel compañer@ de viaje, aliad@ vital, con pleno y digno merecimiento de todas tus atenciones, mimos, cariños y cuidados… te estás privando de nutrir ese manantial interior con el que todo es posible y sin el cual nada tiene sentido.

La vida que ganas en ti, es vida que puedes compartir generos@ con tod@s aquéll@s que elijas para tu travesía. La vida que en ti no encuentra hueco para tu propio amor, tu propio reconocimiento, tu propia valoración, tu propio aprecio, tu propia consecución… tu propia vida, al final, posiblemente no sea vida para ti… pero además, y paradójicamente, es también bastante probable que deje de ser recibida como auténtica vida por parte de otr@s.

Date permiso para vivirte plenamente y vive… y bebe, para que el sorbo de esa taza de té, nos ayude a todos a sentir tu genuino calor, tu auténtico y único sabor.
Para ti... o para "té" ;-)

martes, 16 de diciembre de 2008

Empieza por donde quieras...

Cada vez que te he escuchado decir... ¿por dónde empiezo?, yo te he sonreído repitiendo... por donde quieras. Y es que, ¿cuántas veces has esperado a tener todo previsto, a disponer de toda la información, a contar con todas las referencias, confiando en descubrir de ese modo el instante adecuado?. Y ese todo nunca es suficiente, la información jamás está disponible por completo y las referencias siempre resultan cuestionables. Y el instante se escurre, una y otra vez, entre tus manos.

Y lo que no sabes, o sabes y no te permites escuchar, es que, el mejor modo de empezar... es empezar. Sencillo, pero no simple. Da igual por dónde. No importa el cómo. Es irrelevante, incluso, el para qué. Si no te gusta el espacio que te habita, empieza por donde quieras, ponte en marcha, date permiso para comenzar a caminar… a descubrir.

Todo instante es adecuado si en ti habita la intención, todo momento propicio si tu decisión te acompaña; aunque la intención sea dudosa o la decisión frágil.

Una vez en el camino, ve descubriendo que la elección siempre está abierta, que tus pasos siempre pueden cambiar su dirección, que el camino puede reescribirse danzando al compás de la melodía de tus deseos. Sigues pudiendo decidir empezar a cambiar por donde quieras. Y el instante en que lo decidas seguirá siendo adecuado y el momento, de nuevo, propicio.

Ahí radica la magia del caminante. Llegar a descubrir que el camino no es más que un sueño fugaz de brillo pasajero y que la fidelidad al camino, en realidad, es la fidelidad a tu íntima libertad para hacer de cada momento una oportunidad nueva para recorrerlo o abandonarlo.

Si ya estás en el camino, es un movimiento suave que te conduce a caminos siempre nuevos. Si no has empezado a caminar, debes romper la inercia de tu estado inmóvil y activar tu atención, intención y deseo. Por eso, cuando eliges comenzar y te concedes el permiso; da igual hacia dónde sea, ya has acertado. El trecho más complejo ya está salvado y, en esa proeza, tú también has comenzado a salvarte.

Si eliges empezar, aún cuando la brújula no indique con claridad el norte de tu nuevo día, ese inicio ya es una victoria… para todos los caminos.

Salud y paz.


luis bueno. http://www.efeteando.com/